martes, 31 de julio de 2007

CAMILO JOSÉ CELA


38 grados y medio de fiebre y un reposo de 72 horas posibilitaron la relectura del Diccionario Secreto de Camilo José Cela.
Su “Preámbulo para excitar (moderadamente) la atención y preparar (con respetuosa cautela) el ánimo de quien leyere” tira numerosas pistas para el tema que me ocupa.
1) De arranque cita a Platón y su diálogo Crátilo, considerado un libro de lingüística. En él se discuten dos teorías, la naturalista, sostenida por Crátilo y la convencionalista presentada por Hermógenes. La naturalista entiende que los nombres de las cosas están naturalmente relacionados con las cosas; que en ellas habita desde el origen, el adecuado nombre que las señala y distingue de las demás. La convencionalista, por el contrario, piensa que las palabras no son más que convenciones establecidas por los hombres con el propósito de entenderse.
2) Más acá en el tiempo, habla de eufemismos y dice que su uso vicioso “con frecuencia condicionado por determinantes tan falsas y pueriles como la moda, ha desterrado del comercio del lenguaje socialmente válido -que es un lenguaje enmascarado y sin raíces pegadas a la tierra- múltiples voces castizas y de gran tradición autorizada, que se hicieron a un lado para ceder el paso a creaciones de nuevo cuño que, paradójicamente, aspiran a señalar lo mismo. …El hecho de la inhabilitación afinada o distinguida del culo y de la puta no sería grave de no ser que lo que se veta no es la idea sino, simplemente, la palabra”.
3) Otra punta atrayente es la que denomina “la capciosa teoría de los sinónimos” de los que dice que no existen “ya que, considerándolos con una mínima exigencia, no hay dos palabras que profundamente alcancen a significar lo mismo y que, en el lenguaje, puedan comportarse como piezas en todo valor intercambiables”.
Siento que a pesar de la debilidad física pude avanzar otro paso en dirección a mi meta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...bueno... tirabuzón y sacacorchos son de lo más intercambiables... es una cuestión de grados y, como en todo, tenemos todos los grises para elgir.
Seguramente conocés el poema de Borges sobre los arquetipos. Imperdible (cito de memoria):

Si como el griego afirma en el Cratilo/
El nombre es arquetipo de la cosa,/
Toda la rosa está en la palabra rosa/
Y todo el Nilo, en la palabra Nilo.